lunes, 10 de junio de 2013


EPILOGO A MODO DE EPITAFIO.

Todo lo que he contado hasta ahora  termina en junio del 2012 y me propongo contar la historia en un pequeño libro titulado. A partir de ahí comienza el declive.
         Expulsado de casa con “lo puesto” desde marzo del 2012; menos mal que tenía algo de dinero,  procedente de la herencia de mi padre sino me veo tirado en la calle. Tengo que alquilar un piso,  montarlo para recibir a mis hijos, comprar todo lo necesario de una casa,  desde utensilios de cocina hasta ropa de casa, ropa de verano, etc.  Todo.  Gracias a que tenía algo de dinero de la herencia de mi padre pude pagar todo eso y sobrevivir un año. Hace un mes se me acabó el dinero, ya no puedo ni tan siquiera mantener los gastos más imprescindibles. Te hago la cuenta. Gano 1400 €.  Y los gastos son 608 de pensión. 400 € de alquiler, otros 150 entre agua, luz, teléfono y gas. Me quedan 250 €. ¿Tu que esperabas, milagros?. No, recuerdo cuando un día me dijiste que todo esto me iba a estallas en la cara, tenías toda la razón, yo también lo sabía desde el principio, y desde el principio preparé la solución.
        Recuerdo, como estuviste el curso pasado (2011-2012) rogando a todos los profesores que tuvieran en cuenta la situación de Clara, sus deficiencias, como lo importante era la felicidad de la niña que estaba pasando una situación muy difícil como consecuencia del divorcio, como argumentabas en el juicio de las medidas preliminares que tú eras la única persona que la podías ayudar en esa asignatura ya que yo no sabía inglés. Pues bien, este curso, en que ya no había disculpa, suspendió el inglés. Me temo un tremendo desastres de ahora en adelante con nuestros hijos, tú me has quitado las posibilidades de supervivencia, las posibilidades de ayudarle. Lo sabias de ante mano, no me culpo. Tu ambición tu avaricia ha roto, o romperá el futuro de nuestros hijos.  Haya tú, con tus calenturas románticas o de coño y la responsabilidad de que estos niños puedan tener una  vida con cariño y un educación sentimental mejor que la tuya, con un padre alcohólico que murió de cirrosis y una educación casi mafiosa.
        Cuando en el mes de junio de este año, me encontré por primera vez el límite de la supervivencia, decidí quitarme la vida delante de los juzgados, con toda la documentación encima para que no hubiera duda de cuales eran mis motivos. La horrorosa pena de dejar a mis hijos me bloqueaba. Pasaban por mi cabeza todos los acontecimientos de este último año mientras caminaba de arriba para abajo, durante hora y media,  por delante de los juzgados de León. Vi salir a José Enrique Gracia Presa, el juez de mi divorcio, y me acerqué a él. Le llamé sinvergüenza.  Se paró y me preguntó por qué le llamaba “sinvergüenza”. Le conté que “me ha arruinado la vida con una sentencia de divorcio llena de irregularidades, porqué ha cometido prevaricación junto con Avelino Fierro, fiscal del menor de León”. Inmediatamente se acordó de lo que estaba hablando aunque había pasado más de un año. Me recomendó que pensara en mis hijos y, la verdad, me tranquilizó pero cuando le indiqué que había mandado mi libro “Vivir acosado” en el que narraba todos los hechos  a todos los diputados,  me invitó a ir con él al juzgado ¿para qué? Después lo supe.
        Como si fuera un día elegido por el destino, como si ese calor del mediodía leones se hubiera conjurado con mi historia reciente, a pesar de la tensión acumulada por la conversación con el Juez José enrique García Presa, empecé a sentirme relajado, tranquilo, con la confusión por mi destino sin salida, pensando en Javier y en Clara y que la próxima semana les tendría conmigo durante 20 días. Me paso en una cafetería cercana la juzgado, eran la 12:30 de la mañana, y me encuentro con el fiscal Avelino Fierro, el que había hablado con el juez a instancia de una amiga de mi ex que le conocía. A Avelino le conozco desde hace unos quince años. Nos conocimos en una fiesta en la casa de un amigo común,  en el pueblo donde mi ex compró la suya, a su nombre, pero que hemos ido pagando entre los dos.  Después nos hemos encontrado en contadas ocasiones, pero nos controlábamos y nos saludábamos, yo a él por ser fiscal y el a mí por mi periodo de militancia en la izquierda de esta provincia. Le conté lo mismo que al juez, que había intervenido en una sentencia de divorcio a petición de su amiga y que tenía pruebas de esa intervención que eso era una prevaricación; también que había mandado una copia de ese libro a todos los miembros del  Congreso de los diputados. Nos despedimos amigablemente y regresó rápidamente a la sede de los juzgados, al igual que el juez. Cogí un taxi y regrese a casa.
        Comí con un buen vaso de vino y me puse a dormir la siesta. Desconecté teléfonos y me propuse no hacer caso a ninguna llamada. Estaba emocionalmente agotado, era como si hubiera pasado una apisonadora por mis sentimientos y me encontraba  aplastado al borde de una carretera infinita que no llevaba a ninguna parte. Dormí, dormí horas. Cuando desperté volví a conectar los teléfonos. No paso ni media hora cuando sonó el fijo, le cogí. Era una llamada de la comisaría en la que me pedía que fuese a hacer una declaración porque tenía una denuncia, les comenté que no tenía coche y que tardaría algo más de media hora. Me propusieron que si quería  venían a buscarme. No tardaron ni cinco minutos. Mientras tanto mandé desde el móvil un mensaje a mi página de Facebook diciendo que me venían a detener por la publicación de “Vivir acosado”
        Unos días más tarde un vecino me comentó que había visto a unos individuos merodeando por la calle, que se comportaban de forma extraña y que estuvo a punto de llamar a la policía.  Ellos eran la policía de paisano con orden de detenerme. Habían estado allí desde las cuatro de la tarde.
        Durante el viaje me preguntaron por qué era la detención y les conté los encuentros de la mañana.  No me esposaron. Les conté lo del blogger  “Vivir acosado”, comentándome que haría la declaración y quedaría libre. .
        En la comisaría me comunicaron que tenía una denuncia de José Enrique G. P. y de Avelino F. por atentado en contra de la autoridad. Llamarón a un abogado de oficio e hice la declaración y hacia las diez de la noche pasé al calabozo. Más tarde me enteré que varios amigos de mi página y que habían leído el mensaje se acercaron a la comisaría interesándose por mí. Gracias.
        Pasé la noche en los calabozos de la Comisaria de León. El trato de los funcionarios con los que tuve que tratar fue exquisito. Las instalaciones repugnantes. La falta de higiene es delictiva.
        Al día siguiente mi ficharon y me llevaron hasta el juez de guardia, fue la única vez que me esposaron porque les obligaba el protocolo, casi pidiéndome disculpas…
        En el juzgado tuve que esperar un cierto tiempo a que pudiera pasar al juzgado de guardia, era sábado. Durante esa espera apareció por allí Avelino F. el mismo fiscal que me había denunciado por hablar con el reprochándole su intervención en mi caso. Como éramos conocidos desde hace mucho tiempo, nos dimos la mano. Yo esposado y él no ¿Quién había cometido una delito?. Pasé ante la jueza que nada mas de recibirme pasó a una sala conjunta a hablar con Avelino, estuvo hablando unos diez minutos con Avelino
Mi abogada leyó las acusaciones de la denuncia y me comentó que eran iguales a mi declaración, que nunca había visto que demanda y declaración coincidieran de esa manera, ironizó diciendo que ni que nos hubiéramos puesto de acuerdo. La única diferencia es que José Enrique G.P. había declarado que sintió miedo.
Me impusieron una orden de alejamiento de 500 mtrs de ambos y del juzgado (a no ser sea citado, claro).  

 
 

Unos días más tarde recibo una notificación de la policía municipal de San Andrés para que me presente el día 2 de Julio a las 12 de la mañana en el juzgado con un abogado. Me presento y me entregan la demanda presentada por mi ex y me dicen que si estoy de acuerdo con ella, como en la demanda hablan del blogger “Vivir Acosado”, pero con el título equivocado y de unos post en Facebook (Y mira que no pongo)      pero no sabía de qué post se trataba dije que no podía decir nada. Me entregaron una carpeta con algunos de los post míos, otros no. Había también un pen driver que no me enseñaron lo que contenía.  Yo lo único que declaré es que lo que ponía era bajo mi nombre Carlos Gargón y que solo tenía una cuenta de correo electrónico, carlos1948@gmail.com y que lo que ponía en mis post eran mi opinión dirigida a mis amigos. No sé más de ese tema.
El contenido de la demanda no tiene desperdicio. Ademas de quien, de que tenemos dos hijos y la situación en la que estamos.
1.- Que recibió un correo electrónico con un enlace al blogger en el que aparecen “acusaciones intimatorias”, “vejaciones” y “descréditos”. ¿Qué es una acusación intimidatoria?, o es acusación o intimidación. ¿Volvemos a las demagogias, a las falacias?.  ¿Vejaciones?, ¿Cuántas por tu parte?. Muchas  han quedado en tu y yo, pero en otras hay testigos: cuando unos días antes (tres) de que muriera mi padre me pusiste una denuncia por violencia de género, ahí está la demanda y la fecha de defunción de mi padre y más grave aún, habiendo estado hablando con el medico esa misma mañana.  Cuando salí de casa  y tiraste una parte de mi ropa (la otra no me la devolviste aun) en el pasillo,  y tuve que salir a comprar una maleta y unas cajas de cartón para poder llevarla. ¿Descréditos?  ¿Cuándo copio textualmente parte de lo que me caía en el control parental y tus conversaciones con Marta C., Carlos R., etc. , cuando cuento lo de los consoladores, hay están las facturas.  En mi carta pública, no cuento nada, que no sean mis sentimientos, que no esté documentado.
Dices que aparecen fotos de nuestros hijos, del juez José Enrique G.P. y del fiscal Avelino F.
Por partes, No son tus hijos, son nuestros hijos, y las fotos no son actuales, son de cuando eran muy pequeños. Y sigo teniendo la patria potestad. Respecto a los juristas son fotos públicas, sacadas de sus respectivas publicidades que están en google.
Dices que lo que cuento es producto de mi imaginación. Me remito a que todo está documentado y lo que cuento de Villamandos hay tantos testigos, Javier P., Noelia, Jacinto P. Manolo, etc. que saben que es verdad. No dijo Manolo, el director del C.P. Antonio Valbuena, testigo tuyo, que yo era el que preparaba las tareas a Clara, No dijo tu amiga, la que se comprometido a decir que yo era un alcohólico que nunca me había visto indispuesto, ni con olor a licores, etc.  LO QUE ES PRODUCTO DE TU IMAGINACION SON TUS DENUNCIAS. En otros ámbitos las denuncias falsas tienen condena, en ámbito de la supuesta, violencia familiar, no.
Dices que lo que he escrito te hace mucho daño y tu psicólogo te ha recomendado no leerlo. Espero que él sí lo haya leído. Le ayudará en tú terapia.  Por otra parte, si a ti te “hace mucho daño” leerlo, te imaginas el daño que me ha hecho a mi vivirlo. Recuerdo muchos momentos tristes y llenos de soledad. Cuantas veces, paseando por la noche a nuestro perro se me caían las lágrimas. He llorado contigo más que en el resto de mi vida.
Que otra amiga ha visto el blog y lo tiró a la basura. Y que no das los datos de tus amigas porque tienen miedo. ¿De qué?. El miedo es muy libre y le tiene el que ha hecho algo mal.
¿Desacreditando? ¿Cuándo hago comentarios de “mi ex” con mis “amigos” en cualquier post de Facebook , te estoy desacreditando? Son opiniones. ¿O es que en tu fascismo ya no puedo ni opinar?
Terminas diciendo que me tienes miedo. ¿Por qué? Te he amenazado alguna vez. Alguna vez, alguien, me ha oído ni tan siquiera vocearte. Y pides orden de alejamiento, por segunda vez. ¿Ahora no pides protección? Como cuando se murió mi padre y me denunciaste por violencia de género. ¿A que tienes miedo?¿Te he amenazado alguna vez?¿Mis cartas o correos contienen alguna amenaza?¿Mis escritos al juzgado alguna mentira?. Ana R.C. sigues tú “política” amparada por unas leyes injustas y por un juez, José Enrique G.P. que desprecia pruebas sin haberlas mirado.
Mira Ana R.C., en el juzgado se puede mentir si estas implicado, tan rocambolesca es nuestra ley, hecha para que corruptos y delincuentes se libren, basta con un abogado astuto y sin escrúpulos, como los que elegiste. Pero a mí no me vale, prefiero “otra justicia”.

 
 

El mismo día 2 tenía a los niños durante 20 días, primera “entrega” de vacaciones. A Clara había que llevarla a clase de inglés, entraba a las nueve de la mañana. El primer día fuimos los tres y Javier y yo nos pasamos la hora de clase paseando por las calles y hablando de sus problemas, los que tiene como chavalillo de 12 años con los compañeros, con los amigos, de la amiga, un poco más que amiga que había conocido en el campamento. Las calles de León estaban casi vacías, esta es una ciudad que no madruga, y el frescor de la mañana invitaba a deambular. Compramos un periódico y lo hojeamos juntos, salpicándolo de comentarios, me asombraron sus opiniones. El resto de los días, Javier se quedó en casa. Esto suponía es coger un taxi para subir y bajar lo que suponía 15 € a mayores del precio de las clases y esa cantidad era importante para mi precaria economía diaria.
Con Clara, además de las clases de Ingles, había que reforzar lengua y matemáticas (polinomios y análisis sintácticos), se lo preparaba en el portátil, todos los días diez polinomios y diez frases. No tenía ganas de estudiar. A Javier le deje moldear plastilina y le aficioné a escribir; le hable de los sentimientos, de las sensaciones, de la observación, de la memoria de lo que sucede y como describirlo. A los pocos días de estar contigo me llamó porque no le dejabas escribir por la noche.  No digo nada.
A última hora del día, cuando el calor hacia soportable el pasear, salíamos a dar un paseo por el pueblo, nos encontrábamos con Fernando, Jamín, Roberto… mis amigos de Trobajo. Por fin podía estar con ellos para que comprobaran que eran personas normales y no lo que tú les habías contado. Hablábamos todos juntos, nosotros tenemos conversaciones, no conversaciones de “mayores” que apartan a los niños del dialogo. Regresábamos a casa a las once u once y media. Clara se iba a la cama y Javier se quedaba un rato viendo la tele. Esas fueron nuestras vacaciones, este año no teníamos dinero para hacer otra cosa.
Ese mes no te pagué la pensión. No pude, aunque pienso que si ellos están conmigo y yo pago alquiler me la deberías haber pasado tu a mí, es lo justo, ya que es una pensión por alimentos de los niños y por vivienda. Digo yo. Pero la Ley no es justa y mucho menos el juez de familia de León.
Cuando se marcharon yo sabía que era la última vez que les iba a ver. Les acompañé hasta la puerta. Me despedí de ellos serenamente, sabiendo que era la última vez que les iba a ver. Mi precaria situación económica (en parte por deudas anteriores a la separación), las dos demandas, la tuya y la del Juez por la que puedo terminar en la cárcel y que no tengo forma de resolver ya que yo no te puedo reclamar nada porqué tú te llevaste de casa , antes de la separación, todos los documentos (la venta de mi piso anterior, reparaciones hechas en tú casa de Villamandos, facturas de la caldera y el casett de Leña, etc. ) todo indicaba que me prohibirían estar con ellos, como ha pasado a muchos padres.
Cuando regresé al piso rompí a llorar. Me serené con una ducha de agua fría, caminé campo a través hasta el campo de aviación, me senté y vi el atardecer.  Regresé ya de noche con una pequeña luna menguante.
Me he sumido en el más absoluto silencio, porqué deseo, que a partir de ahora todo sea SILENCIO.

 

“Y SI ALGUIEN DICE QUE DIOS HARÁ JUSTICIA CON LOS QUE ESTÁN ABAJO, HAY QUE ROMPERLE LA CABEZA CONTRA LAS PIEDRAS DE LA CALLE HASTA QUE MUERA”  (Bertolt Brecht )