CHISCO Y SU MADRE
Para
los que no conocen a mi familia tengo que decirles que Chisco es hijo mío, que
me divorcie de su madre hace 35 años y que el principal motivo del divorcio fue
la protección que estaba dando a su hermano, Alfredo Rubio Fuertes, que vivía
con nosotros, junto a su pareja y era traficante de hachís y heroína. Lo hacía
desde nuestro domicilio. Había continuas llamadas al timbre de la puerta, él
salía unos minutos y regresaba. Un día, buscando unas herramientas para una
reparación casera me encuentro ocho tabletas de hachís escondidas entre las
herramientas. En aquellos momentos yo estaba muy seriamente involucrado en el
movimiento ciudadano, era presidente de la asociación de vecinos del barrio (“Casas
Nuevas”) y participaba activamente en varios movimientos de izquierdas:
movimiento ciudadano y sindical en la empresa en la que trabajaba.
La
crisis duró un par de meses y hubo un acuerdo mutuo. El caso lo llevó Azucena
González, abogada de izquierdas y feminista. El piso me lo quedaba yo (la mitad
la habían pagado mis padres y el único
dinero que entraba en casa era el procedente de mi salario), a Sali acorde
pasarle una pensión equivalente a un
tercio de mi salario (transponiendo esa cantidad a la situación actual, es más
de lo que me obliga el juez a pasarte ahora por Clara y Javier juntos). A pesar
de todo, al mes de la separación, Sali y Chisco, estaban viviendo con otra
persona con la que Sali mantenia relaciones antes del divorcio. Solo que no me
enteré.
Con
Chisco siempre me llevé bien, siempre tuvo llaves de mi casa. Cristina, su
pareja, y él estuvieron en varias ocasiones en casa, en Villamandos, asistieron
a nuestra boda, etc. . Y aunque sin una relación cotidiana, más por las
reticencias de Chisco que por mi parte, nunca
rompimos la comunicación hasta que tú has interviniste. ¿Con que derecho? ¿Se
puede medir el nivel “canallesco” que tienes en tu alma?
Pues
bien, Chisco fue uno de tus objetivos. No sé lo que hablasteis, ni
personalmente, ni por teléfono, pero si lo que ponías en tus chateos.
Ya
anteriormente te recordé como le pediste que investigara sobre Rosa Gallego.
Ahora insistías de tenía otro ligue en Ibiza con Sara Yéin, otra amiga de Facebook, pintora, a la que no
he visto en mi vida, pero que los cuadros que publicaba con intención de vender
me gustaban y con la que mantuve una relación tan peligrosa como dar a sus
pinturas un “me gusta”, pero escribiste un correo a chisco poniéndome a
escurrir y contándole que tenía otro ligue en Ibiza. Me llamó por correo
Cristina, su mujer, y les propuse cenar un día para explicarles la situación.
Tu escuchabas la conversación desde la terraza a la que daba la ventana del
estudio y voceabas diciendo: “¡A quien estas invitando a cenar!”.
A
todo esto yo seguía con ese horario infernal, con mi padre muriéndose en el
hospital, atendiendo a mis hijos y todas las tareas de la casa.
Yo
seguía con esa rutina que era como una apisonadora de atender a los niños, a mi
padre hospitalizado, casi moribundo, la casa (limpieza y comida), etc. Tú ya
asesorada por tu abogada, Marisa Losada Cañete, buscabas apoyos de testigos por
todos los sitios. Yo no tenía tiempo ni para respirar. Escribiste a Ignacio,
secretario provincial de CC.OO. solicitando una declaración de “lo responsable”
que eras mientras ejercías de sindicalista liberada, en aquella época en la que
te quedabas en la cama hasta las 10 de la mañana para ir a la Secretaría de
CC.OO en la Universidad y que te pasabas las tardes con reuniones o “asuntos”
del sindicato, mientras ya llevaba el peso de toda la familia. En la petición
especificas tanto lo que quieres que bien pudieras haberlo escrito tú y que él
lo firmara. En el texto no se nota para nada el estado de stress a los que
aludes en otras comunicaciones de ese momento. De hecho el estado discernido y
relajado de la comunicación no indica que en la cima de la crisis estés tan
afectada como para recibir “tratamiento” de tú médico, AA. Sociales, Concejalía
de la mujer, como mujer víctima de malos tratos psicológicos”. Puro teatro.