martes, 11 de junio de 2013

COMIENZA EL COLEGIO : ADAPTACIONES DE CLARA


EL COLEGIO : ADAPTACIONES DE CLARA


         Con la EGB de Clara, ante la imposibilidad de poder escribir a mano, comencé a hacer las adaptaciones a Word de sus textos.  Curso a curso, página a página, se lo escaneaba. ¿Te has parado a pensar lo que eso suponía? Ahora que he tenido tiempo lo he contado: más de 10.000 páginas de Word, entre unas 400 a 600 horas de trabajo al año. GRACIAS A ESE TRABAJO NUESTRA HIJA PUDO SEGUIR SU EGB CON EFICACIA.  Si compraba un ordenador nuevo, un escáner o una impresora siempre protestabas, te enfadabas, diciendo que despilfarraba el dinero, aunque lo pagaba con mi dinero. Claro, los 500 y pico € que ponías al mes para gastos familiares  no daban mucho de sí y tú lo sabias. Nunca preguntaste por la economía familiar, solo protestabas cuando me quejaba del reparte de gastos.

         Por aquella época construí, yo solito el porche de Villamandos. Yo solito, durante dos semanas, poniéndome a trabajar a partir de las doce de la mañana – cuando tú le levantabas- antes había dado el desayuno a los niños, la comida del día  y habíamos hecho las pocas tareas de repaso que teníamos programadas para el verano.   Al sol del a mediodía, abrasándome la espalda en el tejado, mientras tú protestabas agresivamente diciendo que había niños, que no hiciera tanto polvo (con un  tejado de barro y cañizo, que se desmoronaba a cada teja que quitaba), con un andamio de caballetes y cajones, jugándome el tipo, con mucha prisa porque casi todas las tarde amenazaba tormenta, pero lo hice. Cada vez que se necesitaba algo de material (cemento, tejas, yeso, etc.)  y te pedía que fuéramos a por ello- solo tú tenías carnet de conducir y eras la que usabas el coche familiar (que era mío de antes de casarnos)- había protestas y reproches  “por qué no has sacado el carnet de conducir”, decías. Y todo  por no hacer un viaje a Villaquejida (3 KM) o a Benavente  (18 Km), mientras que yo estaba abrasándome al sol de Julio por hacer el porche que tú querías.

         Ese año, Javier comienza el colegio y se me añade el llevarle y traerle diariamente. Por las tardes a actividades extraescolares en la que tu colaboras  al principio,  ya que ibas al sindicato, o donde fuera, le llevabas,  pero como ha pasado siempre, termino haciéndolo yo.

                  A propósito de la vida cotidiana. ¿CUANTOS AÑOS, CUANDO YO LES LLEVABA AL COLEGIO A LAS 8:45 DE LA MAÑANA, TE DABAN EL BESO DE DESPEDIDA ESTANDO TÚ EN LA CAMA?  Recuerdo de aquellos años,  cuando Javier,  muy pequeñito (en 1º de EGB) te daba el beso de despedida y salíamos a la calle en el invierno de León, algunos días a varios grados bajo 0 o lloviendo a mares o nevando o con el suelo lleno de hielo mientras tú continuabas en la cama pudiéndole llevar en coche. En varias ocasiones tuve que volver a casa a por unos pantalones secos para nuestro hijo y volvía al colegio para que se cambiara y no estuviera húmedo toda la mañana, así 4 años. De allí, al colegio de Clara, a ejercer de presidente de la Asociación de Padres, para regresar a las 11 de la mañana  y hacer la casa y la comida. Tú te levantabas las diez, te ibas a la universidad, volvías a las tres y media, comías, te echabas a la siesta en el sofá, te levantabas, ibas a tus “guardias” a CC.OO. o de compras y  volvías entre  las 7 y 9 de la noche. Estabas “liberada” por CC.OO.” de tu trabajo habitual y de la responsabilidad familiar, pienso, y perdonar la ironía.

         Tú, poniendo tus 500 € mensuales (entre el efectivo y las facturas que pagabas)  pensabas que tenías todo resuelto. El resto era tu libertad, tú trabajo sindical, etc. Y realizarte como “mujer”.

         Comenzaste a decirme que no me cuidaba,  que cada vez estaba más “dejao”. Y era verdad. Tú estabas en “tu esplendor sindical” y yo hecho trizas de trabajo y aislamiento social. Si un día no limpiaba la casa a tú gusto siempre decías:  “ limpias por donde pasan los elefantes”, si limpiaba exquisitamente (hasta por la tarde),  me decías: “deja eso, eres un marujón”.  Fueron seis años así. Yo, perdí a los amigos, mi vida social se había deshecho en esta vorágine cotidiana. Cada vez que me acercaba a ti me rechazabas, ni tan siquiera ese  momento tranquilo del día, después de acostar a los niños, en el que nos sentábamos juntos ante la tele podía hablar, aunque fuera de los problemas de Clara, de lo que había encontrado que nos pudiera ayudar en su recuperación. Tú respuesta era: “Calla, ya me lo conaras en otro momento, yo cuando veo una película quiero verla en silencio”. Y empecé, a esas horas, a marchar solo al estudio a hacer fichas de Word para Clara o a preparar páginas Web (La primera página web de un colegio de León fue las del colegio de Clara y la hice yo), leer prensa digital o leer novela.