martes, 11 de junio de 2013

LA ECONOMIA FAMILIAR ERA….


LA ECONOMIA ERA….


En esos años nuestra económica se distribuía de la siguiente forma:

n  Tú pagabas la hipoteca de la casa de Villamandos (que era tuya) , la “luz”,  los gastos de comunidad, y aportabas 200 € al mes. (180 +60+80+200 = 520€/mes. También comprabas la ropa de los niños, cuando se la comprabas.

n  Yo, la hipoteca de León, y todo lo demás  (comida, pañales, comunicación (,nternet y teléfono), gastos extras (tratamientos de Clara, tecnología para ayudarla, etc. ósea, todo lo demás). No bajaba de 1410 €.. Protestar y pedir que revisáramos el reparto  económico no serbia de nada. Tu nueva situación de “lideresa de la ULE” suponía que “estabas muy ocupada”  (palabras textuales) y no te preocupabas por nada más. Lo básico, de una manera u otra, lo cubría yo. Más tarde, para el juicio,  pedirás a Ignacio (Secretario Provincial de CC.OO)  un informe en el que diga que estabas muy preocupada por tus hijos, que por favor te lo haga según lo pedías para  presentarlo en el juicio. Solo faltó que lo escribieras tú misma. Más tarde podréis leer el escrito de solicitad y el “certificado” del  “sindicalista”.



SOLUICIONANDO LOS PROBLEMAS DE CLARA

Clara había aprendido a gatear, pero no era capaz de mantenerse de pie a pesar de la rehabilitación que la hacíamos tres días a la semana un centro de León, Tú te enteraste de un método que no se practicaba en León, el VOJTA, a través de una chala en la Universidad. Yo consulté con la profesora de apoyo de Clara y me indicó a un compañero del colegio que ya estaba siguiendo esta terapia, me hablaron muy bien de ella. El centro estaba en Salamanca. Decidimos hacer una consulta de evaluación.  Fuimos, y nos diagnosticaron algo así como que Clara no tenía control cerebral de los músculos del  tórax y que el tratamiento estaba muy  adecuada a sus problemas, aunque era muy dura. Iniciamos esta  rehabilitación, brutal, pero dio resultado.  Cuando íbamos a consulta, yo me quedaba con Julián, el rehabilitador y  profesor de Universidad de Salamanca, me enseñaba los ejercicios que debía hacer con Clara todos los días, hacia fotografías de cómo eran los ejercicios , para reproducirlos  en casa a diario. Eran durísimos, ¿Te acuerdas?,  tú no te atrevías a hacérselos, se los hice yo. De Septiembre a Mayo del año siguiente. Clara empezó a recuperar movilidad: comenzó a ponerse de pie.

¿Quién pagaba al Julio y las comidas o cenas, meriendas (dependiendo de la hora de la consulta)?  Íbamos dos o tres veces al mes. Recuerdas aquella preciosa foto de Clara mirando entre las persianas de la consulta de Julio, siempre te gustó mucho. Se los hacía sobre la mesa baja de la sala, yo me ponía de rodillas,  ponía  una manta y sobre ella a esa mínima Clara, espástica y sonriente conmigo y con todo el cariño del mundo la atenazaba sus piernas,  brazos, cuello, tórax, la aplicaba una presión muy brusca en una zona dolorosa: talón, codo, etc.,  conseguíamos que tuviera un “espasmo”, una reacción refleja brusca,  a través de los músculos del tórax. Era lo que queríamos. Otra  consulta a la semana siguiente, o a los diez días, para  medir su capacidad de reacción y nuevos ejercicios. Clara empezó a ponerse de pie. ÉXITO. Lo que costó no lo sé calcular, pero  siempre pagaba yo.


         Recuerdo en esos largos y frecuentes  viajes a Salamanca en los que hablamos de todo, recuerdo sobre todo dos. Uno personal, en el que tú decías que no te sentías satisfecha en nuestra relación. Yo pensaba en nuestros hijos, Javier aun muy pequeño y Clara con sus dificultades. Regresaba a la memoria la conversación con Asún e intentaba controlar los sentimientos que se me surgían con el único fin de sacar a nuestra familia adelante. Otro día hablamos, sobre la posibilidad de crear una “empresa para generar páginas web”. En esos momentos estaba empezando los negocios web, era un buen momento,  y así conseguir  más ingresos en la  previsión  una escalada de gastos por la situación de Clara. Varias veces prometiste ayudarme, pero  nunca pusiste  el más minino interés. La imagen que recuerdo de ti en esa época era la de una chica, apoyada en el quicio de la ventana de la cocina, mirando al infinito mientras que yo, con Clara entre mis brazos, coloreaba dibujos, cogiéndola su manita con la mía y extendiendo colores  sobre dibujos bajados en el ordenador,  a base de repetir los trazos de las letras escritas a mano. Tú decías que yo no entendía “tus necesidades”.  Yo miraba a mis hijos, sobre todo a Clara y me acojonaba, te lo intenté explicar. ¿Cuantas veces  hablamos sobre ello? ¿Cuantas veces callabas? ¿Cuantas veces te ibas a ver la TV como respuesta? A mí me importaban Javier y Clara. Yo me iba a la cama temprano. Tú te quedabas viendo la TV hasta muy tarde. Alguna vez fuiste a la cama a las 5 de la mañana, cuando yo me levantaba para estudiar, o seguías, dormida ya, frente al televisor encendido.

                  Clara comenzó a ir al colegio, primero a la guardería de La Inmaculada, y después al de “María”. Tú la  llevabas tú por la mañana y yo la recogía a la salida A Javier  como se quedaba a comer le recogías tú por la tarde o le sacaba tu madre, que vivía muy cerca.  Tú “trabajabas” y yo hacía la casa,  estudiaba un curso de HTLM. Por las tardes, tú igual, en el quicio de la ventana hasta que ibas a buscar a Javier y te quedabas hasta bien avanzada la tarde en casa de tu madre.  Mientras yo intentaba que Clara se mantuviera de pie sin ninguna ayuda o abordábamos los primeros conocimientos como cualquier niño. Clara se aficionó  a los libros. ¿Has pensado alguna vez la cantidad de libros que han tenido nuestros hijos? 

 Clara, como consecuencia del reflujo esofágico que ha padecido en los primeros años de su vida, comía  fatal. Es la época de los cuentos. Recuerda que para que comiera la inventaba un cuento diferente diario. ¿Cuántas versiones del cuento de Caperucita hice?. Después vinieron otros personajes inventados por mí: El Caballero escudero, el Payaso Kiko, el perro Azul, el Caballero Templario, todo para que se  distrajera durante la comida y se acostumbrara a no rechazar la comida.



MÁS REHABILITACIÓN DE CLARA

         Había que resolver los problemas de equilibrio de Clara, probamos en un centro de Majadahonda (NEOCORTES). A mí me convenció mucho el método Doman que aplicaban. ¿Te acuerdas del nistagmos (oculogiros) de Clara que la impedía prácticamente leer?. Fue la misma época. Yo estaba buscando continuamente información de cómo funcionaba el cerebro y el cerebelo para poder resolver los problemas de Clara. Imprimía informes bajados de páginas médicas, te los comentaba y te los dejaba encima de la mesa de la sala para que los leyeras, estaban semanas sin que los tocaras. Terminaban en la basura. ¿Ese era el interés que tenías por tú hija? Eso sí, en aquel momento tú jugabas continuamente al Tetrix en el teléfono móvil y nunca te faltaba el “porrín” para dormir. Recuerdo un noche mientras quemabas una piedrina de hachís y me decías: “me lo dio Asun, es afgano, muy fuerte, así que pondré poco”.

Comenzamos con el método Doman. Cada tres o cuatro meses teníamos que pasar tres días en Majarahonda para la consulta en Neocortex. Eran visitas de tres días cada una. En alguna ocasión Javier vino con nosotros. Con el tratamiento Clara comenzó a mantener el equilibrio. Recuerdo esa primavera, estando en la terraza de la Cafetería Universidad, al lado de casa, cuando Clara hecho, en forma de exhibición, a correr  por primera vez con esa forma tan particular y rara  producida por su lesión cerebral y también dio el primer salto de su vida. Detrás había meses de rehabilitación en casa: la silla giratoria, gateo, braqueación, rodar, bamboleo y bit de conocimiento. Todo lo hacía y lo pagaba yo. Lo único que compartíamos era la emoción de verla mejorar, porque el trabajo y gasto, no.

A partir de la metodología de los bits de conocimiento, elaboré  fichas para que Clara empezara a leer, escribí 940 palabras en Power Point con letra  muy grande, una palabra por ficha, organizadas por familias y se las pasaba 3 veces al día. Empezó a leer por imagen,  a la vez que ya en el C.P. Antonio Balbuena la profesora la enseñaba de forma silábica. Tal vez eso tenga algo que ver con lo bien que lee ahora y su facilidad para leer.  Tú seguías con algún otro juego y comenzabas a estar liberada, al principio, como todos, por horas.

         En esos momentos encontré una tesis doctoral de la Universidad de New York, financiada por la ONCE,  en la que relacionaba el movimiento de los ojos con el sistema auditivo. Todos dirigimos la vista hacia el lugar donde aparece un ruido. ¿Te acuerdas del programa que hice?  Clara sí. Aparecían 8 dibujos, en la pantalla del ordenador, cuatro del centro de los cuatro lados y otros cuatro de las esquinas y que se movían en línea recta hasta el lado o vértice contrario.  Clara los tenía que seguir con el dedo sobre la pantalla durante un mes. Al mes siguiente a cada dibujo se le  acompañaba con un sonido característico. En el tercer mes se adelantaba el sonido unos instantes a la aparición de la imagen, siempre el mismo sonido relacionado con la misma imagen y con el mismo lateral o esquina donde aparecía. Clara comenzó a mover menos los ojos, comenzó a necesitar tamaño más pequeño de letra para leer, comenzó a ver mejor y a controlar con más precisión sus ojos. Hasta hoy. Tú, antes la pasabas los textos a mayor tamaño. En primero de EGB. En segundo, ya no lo necesitaba gracias a que comenzó a controlar el movimiento de sus ojos.