En gastos seguíamos igual, tú con los 500
€ al mes y cuando protestaba, contestabas iracunda “¡No sé qué haces con el dinero!”
Indudablemente, las mejoras de Villamandos se pararon. Yo me estaba
empeñando mes a mes o en cada pequeña reforma. Mientras, tú empezabas el periplo sindical “muy interesante”.
Pasaste a tener cargos en el sindicato.
Miembro de la ejecutiva provincial del Sindicato de Enseñanza como responsable
de Universidad (200 afiliados en toda la provincia y 30 en la Universidad). Vaya mierda. Yo fui miembro de la Ejecutiva Provincial
de CC.OO. – 9.000 afiliados y de la Ejecutiva de mi Empresa, solo en ella había
tantos afiliados como tenía tu sindicato
en toda la provincia). Esa “responsabilidad” te llevaba todo el día; sindicalistas
liberados. Lo normal era que dos días a la semana tenías “guardias” o reuniones
por la tarde, otra tarde te ibas, de compras, etc. Y yo con los niños: apoyando
a Clara, a Javier, llevándole al cole, yendo a por él, llevándole a actividades
extraescolares, regresando a recogerle, etc. Te llegabas a las ocho o nueve de
la tarde a casa después de los cortitos con tus compañeros.
Mi horario era, levantarme a las 5 de
la mañana para estudia Dreamweaver (programa para generar página web), a las
8:00 levantaba a Clara y a Javier, les deba el desayuno y la llevaba a Clara al
autobús del colegio, después a Javier al suyo. Hacía la casa, la comida, tendía
la ropa, etc. (“marujón”, me llamabas llena de ira al final de nuestra
relación). Recogía a Javier, esperábamos a Clara y les daba comer.
Tú llevabas otro horario. Te levantabas
a las 9.30 o 10 de la mañana y después de desayunar te ibas a tus “obligaciones
de liberada”, a pesar de no tener horario, llegabas todos los casi a las cuatro de la tarde. Ni una sola vez
viniste a comer con los niños.
Clara iba por
primera vez al C.P. Antonio Valbuena. El primer año que asistió a clase en ese
colegio, se cayó el techo de un aula de infantil. Se convocó una asamblea de
padres y salí elegido para hablar con el arquitecto municipal. y después de una
discusión bastante fuerte con el arquitecto en el despacho del director conseguí
que modifiquen todos los techos del edificio de infantil. Al siguiente año
conseguí que se hiciera una rampa para la evacuación del edificio de la Calle
Sil ya que era un centro con niños con problemas motóricos y el en caso de un
desastre no se podía evacuar a los niños con silla de ruedas. Salí presidente
de la Asociación de Padres, Secretario Provincial de la Federación de
Asociaciones de Padres y miembro del Consejo Escolar del C.P. Antonio Valbuena,
durante seis años. Todas las mañanas,
después de dejar a Clara en su autobús tomaba el transporte público, iba hasta el
colegio de Clara, atendía al AMPA (Asociación de Madre y Padres de Alumnos). A
las diez regresaba, hacia la casa, la comida, la compra, uff, lo de siempre. Hasta
sacar a perro de paseo. Tú, con tus “responsabilidades de liberada”, que por lo
que me han contado no eran solo sindicales no tenías tiempo para apoyar en la familia. El agotamiento y el
desprecio, el agotamiento, más tarde, casi me cuestan la vida.