martes, 11 de junio de 2013

EMPIEZAN LOS TRABAJOS EN TU CASA.


EMPIEZAN LOS TRABAJOS EN TU CASA.



         Ese verano se hundió el techo de Villamandos, de tú casa. Lo reparé yo, pagué yo el material para arreglarlo, estaba tú madre con nosotros. Tú me exigías que no hiciera polvo de una forma precisamente “no amable”. No te jode, dos toneladas de escombros entre pajizo y  barro, sacado a cestos y brazo, poner madera nueva, el onduline, y teja. Colgado en una mísera escalera y jugándome el tipo. Te propuse que volvieras a León con Clara,  pero tú trajiste a tu madre para ayudar. Pobre mujer. Cada vez que tú me embroncabas ella sonreía y se marchaba de la “escena”. Ese año fuimos de vacaciones una semana a Oviedo, en una residencia universitaria muy cercana a un hospital. Fue el primer chapuzón de Clara en el mar. y en un descuido tuyo, cayó de bruces sobre la arena y estuvo así unos instantes sin que tú te dieras cuenta, la habías puesto en la silla sin atarla y ella no podía moverse por su espasticidad muscular.



NACIMIENTO DE JAVIER

         Estábamos muy unidos, Clara nos encogía el corazón. Pensamos en sus dificultades en el futuro y decidimos tener otro hijo. Quedaste embarazada en Mayo del 2000. Antibióticos entró en expediente de regulación de empleo que me incluía. Yo te propuse en casarnos para que en un contexto problemático tuvieras tú y nuestros hijos el máximo margen de seguridad desde el punto de vista legal. Nos casamos en Julio. Clara asistió a nuestra boda y tú ya estabas embarazada de Javier.

         Al final del año compramos el piso de Padre Risco con el dinero restante de la  venta del mío anterior, con una diferencia, que el anterior era solo mío y este pagado con mi dinero. El piso costó 12.000.000 de pts. de los cuales 6.400.000 los pagué yo entre lo que entregué en negro y amortización. Dejamos 2.000.000  para futuras reformas.

         El embarazo de Javier estaba muy controlado y no había riesgos. Yo ya estaba  prejubilado forzoso. Pongo el parquet flotante en toda la casa. Nunca había hecho eso. Sev, tu sobrino, cobrando, se lo merecía y yo, duarte una semana, trabajamos a destajo para que después de navidad (para el nacimiento de Javier) estuviera la casa reformada Tú y Clara  os fuisteis a vivir con tú madre. Cambiamos las ventanas.  Cambiamos todas las puertas de la casa. Estuvimos trabajando hasta unos días antes de su nacimiento, en plenas navidades, lo pagamos con lo que nos sobraba de la petición del crédito hipotecario para la compra del piso.


UN SECRETO BIEN GUARDADO.

        Nace Javier y comienza una nueva etapa en nuestra vida y en nuestra relación,  fue el punto de inflexión. Fueron tiempos de rosas y espinas. Con el nacimiento de Javier y Clara con sus problemas no podíamos relacionarnos mucho y Asun , tú amiga y vecina, venia mucho por casa .  Como el recuerdo más  garbados fue la noche en la que tú, tomando una cerveza en casa, dijiste a Asún, (nosotros casi no salíamos y Asun subía de vez en cuando acompañarnos) y  a mí, que no habías contado al ginecólogo  los de tus dos abortos provocados anteriores al embarazo de Clara, uno a los 18 o 19 años, que te ayudó tu hermano a pagarlo, creo que en Portugal, del  otro no has contado nada, excepto que fue en Londres. 

 Cuando nació Clara me informé de los posibles motivos de las disfunciones del cuello uterino, era el diagnóstico, consultando  a dos médicos amigos que tú conoces, su opinión fue la misma: el traumatismo.

Habíamos echado, ambos, la culpa a tú ginecólogo y él no tenía ninguna responsabilidad. Si le hubieras informado correctamente  Clara, tal vez no hubiese nacido a los cinco meses de embarazo y ahora tendríamos un ser sin deficiencias.

Te reproche no haber dicho a tú ginecólogo “lo de los abortos anteriores”.  Tú respuesta fue: “Es intimidad de la mujer” . Y mi contestación,  lleno de indignación fue algo así : “que no hay intimidad cuando se está jugando con la vida de una persona, y menos la de un hijo”. Discutimos bastante,  con Asun presente, ella te defendía, tú llorabas. Me marche de la sala mientras tú y Asun os fumabais unos porros. Me fui a la habitación de Clara, dormía serenamente,  pensé en su futuro y los esfuerzos que yo estaba haciendo por ella. Lloré hasta vomitar. Creo que fue la primera vez que dormí en el suelo de la habitación de Clara, agotado por el llanto. Mientras que resonaba en mi cabeza esas palabras tuyas, de cuando éramos “novios”  y yo estaba en plena batalla política y sindical: “hay que ser más frívolos”. Todavía ahora al escribir estos recuerdos no puedo contener las lágrimas y la rabia por la frivolidad y el egoísmo.

Pasamos unas semanas tensas. Pero había que suavizarlo. Había niños a sacar adelante y dos casa  que terminar de pagar. Tú seguías con tu aportación de 200 € al mes, pagando la hipoteca de la casa de Villamandos (que era tuya y solo tuya), la electricidad y los gastos de comunidad, yo la hipoteca del piso de León, que era de los dos, más el resto de los gastos de la vida familiar. No me llegaba el sueldo pero a ti te daba lo mismo; disfrutabas de tu nueva condición de liberada (promocionada por mi crédito sindical) y todo lo demás te daba lo mismo.