LA
VIDA COTIDINA.
En el
momento que tú intentabas el reencuentro con tu antiguo amante, Clara tenía 8
años , estaba en el momento más dulce y encantadora que recuerdo, con sus
dificultades motóricas resueltas en una
parte importante, su gran capacidad de lectura, sus primeros cuentos escritos.
Yo, inventándome todos los días un capitulo nuevo del payaso Kiko (recuerdas eso) y como siempre: levantándome a las 5 de la
mañana, trabajando la primera página web
de la Federación Provincial de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos
(FAPALEON) y los materiales escolares de
Clara (te recuerdo que ese año contabilice el tiempo empleado en la preparación
de los materiales escolares y eran 580 horas en ese curso- 3º de EGB-) , levantando a los niños a las 8, dándoles el
desayuno, llevando a Clara al autobús, regresar recoger a Javier (siempre te
daban el beso de despedida estando tú en la cama , claro, estabas liberada),
llevándole al cole, coger el autobús, ir al CP. Antonio Valbuena, atender a la
asociación de padres hasta las diez, coger el autobús de regreso a casa, hacer
la casa, hacer la comida, hacer alguna compra, recoger a Javier, recoger a
Clara, algunos días la esperábamos en La Corrala, tomando yo un corto y un
mosto Javier (era una espera de diez escasos minutos) Les daba la comida y
descansábamos los tres un poco. Tú llegabas a las tres y media o las cuatro,
comías, te echabas a la siesta en el sofá. Nosotros nos poníamos a las cuatro,
cuatro y media a hacer tareas, dos días a la semana llevaba a Javier a Teatro
(es un gran actor) a las 5, volvía a
casa, trabajaba con Clara media hora, volvía a recoger a Javier. Tú varios días
a la semana marchabas porque tenías reuniones o guardias en el sindicato, otros
días de compras, otras veces (más
tarde) llevabas a Clara a montar a caballo a la Fundación
Carriegos. Les daba la merienda, y hacíamos tareas hasta que se terminaban. A
las ocho preparaba la cena para todos- a las nueve tú ya habías llegado,
cenábamos y les acostábamos.
En total 14 o 15 horas diarias. Cuando los niños estaban en la cama nosotros
nos poníamos a ver la TV. En silencio,
no podía comentar nada porqué a ti te gastaba mucho el “cine” y no se podía
hablar. Siempre elegías tú la película o
programa. Tú te hacías un porro porqué
te relajaba (al principio, después,
cuando recogía la sala en el cenicero
había varias colillas de “cigarrillos” hechos a mano además de las de “camel”).
Y TÚ PREPARANDO UN VIAJE PARA VER A TÚ
ANTIGUO AMANTE.
VUELTA A LA ECONÓMIA.
Fue ese año cuando te insistía que el dinero que ponías
para la familia era muy escaso y que no te amenace de no volver a hacerte la
comida, yo empecé a sustituir la comida de a mediodía por un bocadillo
de “cualquier cosa”. Llevaba años completando
el presupuesto familiar, obras,
reformas, etc., con crédito personal y
estaba llegando a su límite. Estaba muy enfadado y agotado. Había perdido a mis amigos (los compañeros de Antibióticos se reunían a comer todos los jueves, yo nunca podía ir. Las cenas de Genarín – un jueves al mes - casi
nunca asistía y en el barrio no tenía amistades personales. Mi económica estaba
agotada a pesar de que mi único gasto
personal era el tabaco. Han sido
siete años en esa situación. Cuando me negué a hacerte la comida tú
reaccionaste y un día me dijiste después de hacer muchas cuentas : “A partir de
ahora ponemos cada uno 1.100 € y tiene que llegar”. Fue un alivio, empecé a no
empeñarme, aunque seguía el problema de la deuda acumulada. Habían sido siete
años con muchos gastos especiales. Eso sí, SE PAGABA DE LOS GASTOS COMUNES LA
HIPOTECA DE LA CASA DE VILLAMANDOS QUE ERA EXCLUSIVAMENTE TUYA. OSEA QUE DE LOS 1100 QUE TÚ PONIAS HABIA
QUE RESTAR 300 DE LA HIPOTECA DE VILLAMANDOS. TU PONIAS 800 €. DESPUES TAMBIEN LO QUE TÚ GASTABAS EN
INTERNET, PARA TI, QUE ALGUNOS MESES PASABA DE LOS 300 € COMO
DEMOSTRARÉ CUANDO LLEGUE EL MOMENTO.
Me
criticabas por qué no me compraba ropa, qué mi aspecto era “descuidado”. Si un día no me
afeitaba decías que cada vez estaba más viejo, me llamabas de todo. Que no
cuidaba mis manos, agrietadas y callosas por las obras interminables de la
reforma de Villamandos y León. Dejé el AMPA del C.P. Antonio Valbuena por falta
de tiempo, Dejé FAPALEÓN; en el VII
Congreso en el que comunique mi decisión de no seguir hubo varias
intervenciones felicitándome y me despidieron con un aplauso.
Y MAS REFORMAS…. ESTA VEZ EN LEÓN.
Para las interminables
reformas, yo compraba las herramientas, yo compraba los materiales. Lijé el gotelé del pasillo del piso de León, Lo hice por las
mañanas, a ratos, sacando tiempo de mi sueño para preparar materiales de Clara
y la comida del día y así tener un par de horas para trabajar en el pasillo, hacía las habitaciones rápido, aspiraba el
polvo, quemé dos aspiradores que pague yo, tuve que comprar varios tipos de lijadoras que también pagué yo. Limpiaba
sin detalle, decías (al día siguiente había que seguir lijando)
¿Una semana hasta así hasta que se
terminó todo? Quedó regular.
Tu
hermano había hecho algo parecido en la sala de la casa de tu madre y lo habían
hecho en un fin de semana y había quedado mejor, me lo reprochabas
continuamente, decías: “Voy a contratar a alguien que lo haga “, pero nunca lo hacías.
Me reprochabas haber tardado tanto. Una
tarde de
esa semana dijiste: “Esto está lleno de polvo, no hay quien esté aquí”. Y te fuiste,
pero dejaste a los niños haciendo sus tareas conmigo. ¿A ellos no les afectaba
ese polvo que tanto te molestaba a ti? En
esta época nunca dijiste algo positivo
sobre mí, si no todo lo contrario. Tus
desprecios hacia mi llegaron a límites insospechados, cuando por la calle o en
algún lugar, nos encontrábamos con algún amigo tuyo presentabas a Javier y a
Clara, de mí no decías nada. En más de una
ocasión me comentaste que yo te daba vergüenza.
Harto de tus reproches, respecto a la limpieza de la casa, te dije que
lo normal es que si uno de nosotros había tenido algún despiste en la limpieza o
en algún aspecto del cuidado de la casa familiar, el que se diera cuenta, que lo hiciera. Y comenzaste a limpiar sobre
limpio. Si un día hacia limpiezas de baños, tú ibas detrás, limpiando de nuevo,
porque según tú no estaba bien. Pronto te cansaste pronto, menos mal, porque lo
llevaba muy mal. Yo era, te acuerdas
aquella noche en la que en barrio húmedo me llamaste, Pepito Grillo y viejo cascarrabias. Y claro,
querías separarte. Seguías, como
siempre, con tú vida ajena a la atención
que necesitaba nuestra familia. Cuando
estabas en casa te pasabas horas en mi ordenador chateando, buscando cosméticos,
camisetas, zapatos, etc. mientras que yo daba apoyo a Clara y atendía a Javier
en sus tareas.
Decidiste
reformar tu casa de Villamandos. El tejado se caía y todos los años había que
retocarlos para evitar goteras, lo retocaba yo. Renegociaste la hipoteca con Caja España para
repararlo pero no te la daban si no
firmaba yo. No lo entendía. La casa era tuya y solo tuya. Y yo tenía que
comprometerme con lo que tenía para que te concedieran el préstamo. A mí nunca me habían puesto ninguna
dificultad ningún banco para darme lo
que necesitaba (la verdad nunca fue
mucho y siempre poseía bastante más de lo que pedía), pero a ti por lo visto
no. Firmé.
La obra la hizo tú hermano
Antonio. El tejado en vez de recto como los de nuestros vecinos lo dejó
con forma de pagoda japonesa. Los
cierres con los muros los aprovechó para que ventilara la casa, ósea, sin cerrar.
Nunca, ni en los momentos más trágicos me ha faltado el sentido del humor, en
algunas discusiones comunes lo habrás
comprobado. A ti te enervaba. Los huecos entre el tejado y la fachada los cerré
yo.
MARINO
En el
2007 tuvimos que ir a por Marino a Benidord
porque estaba muy enfermo y ninguna
de mis dos hermanas quería hacerse cargo de él. Tú condujiste para traerle. Gracias. Estuvo viviendo con
nosotros una semana, insististe que le buscara una residencia. La busque y como
él no quería molestanos no hubo necesidad de convencerle. Entró en la
Residencia Care, estuvo unos meses pero
no se sentía bien y terminó en SANYRES.
El precio era más del doble de lo que cobraba como pensión (1.100 €), el
resto lo pagaba con sus ahorros. A ti se
te ocurrió realquilar el piso de Benidord de mi padre para vacaciones. Esa Semana Santa fuimos
nosotros a preparar el piso, su estado era bastante lamentable. Lo limpie yo,
mientras, tú ibas a la playa con los niños, y de paso, claro, hacia la comida, la compra y
la casa. Como siempre. También compraba todo. Si cenábamos fuera, también
pagaba yo. Pero cuando se llega a final
de mes y se acaba el dinero común, hay que…. llegar a final de mes con dinero
que ponía yo. (bueno los tiques de caja – que guardaba- los robaste como otras
muchas cosas cuando comenzó nuestra separación). Ese verano, el piso se alquiló
una semana en todo el verano. Después lo usó tu familia, Betty y Paco y tu
madre, creo recordar.
Yo seguía en una rutina agotadora, a veces me sentía sin aliento, acabado. Ya no
tenía relación con nadie a excepción de mis hijos y tu desprecio. Javier estaba
muy celoso por la dedicación a Clara que necesitaba más apoyo. Mucho cariño y muchas explicaciones resolvieron
el problema. Mis hijos me llenaban, no me importaban tus desprecios, seguía metiéndome día a día, paso a paso, en un agotamiento del que no veía salida. Un
poco de lectura era todo lo que me evadía. No tenía dinero, ni ganas de salir.
Ya no conocía a nadie al que pudiera llamar para salir. Tú si salías mucho. Yo tenía a Clara y a Javier, no me importaba
más.
Perdiste la liberación
pero tenías una hora de reducción de jornada por la discapacidad de Clara, no la pediste a mediodía, con lo que podrías
comer en familia, sino a primera hora,
de ocho a nueve de la mañana, así te quedabas dormías hasta las ocho y media. Yo seguía llevando a
los dos niños al cole, hiciera como hiciera, con lluvia, con nieve, con viento,
te daba lo mismo. Ellos te seguían dando el beso en la cama o en bata, mientras
que desayunabas. Javier y yo nos abrigábamos, cogíamos nuestros paraguas y
salíamos a la calle con al viento, lluvia o la nieve para ir al cole, hablando
de cualquier cosa. Para él era normal lo
que estaba sucediendo, no había conocido otra cosa. Para mí, no.